Hay un considerable número de padres y educadores preocupados por el tiempo que invierten los jóvenes en las redes sociales de Internet, es decir, sitios que permiten crear páginas electrónicas y enriquecerlas con fotos, videos y diarios personales.
Uno de los mayores atractivos de estos sitios virtuales es que facilitan al usuario la comunicación con los amigos. Además, le dan la opción de “hacerse oír” y expresar su identidad. Se comprende que tales oportunidades seduzcan al adolescente, ya que está descubriéndose a sí mismo y anhela revelar sus sentimientos y tocar el corazón de otras personas.
Pero también hay inconvenientes, como la existencia de individuos que se fabrican una personalidad digital a su medida, proyectando una imagen de cómo desearían ser y no de cómo realmente son. “Un muchacho de mi clase se presenta como si tuviera 21 años y viviera en Las Vegas”, explica un quinceañero cuya escuela se encuentra a más de 1.000 kilómetros [1.000 millas] de esa localidad estadounidense.
Engaños como estos no son nada raros, como reconoce una australiana de 18 años: “En Internet haces lo que te da la gana. Por poner un caso, pasar por alguien que no se parece en nada a ti, porque nadie te conoce de verdad. Te sientes segura. Puedes inventarte historias para resultar más interesante. O colocar fotos donde vistes o actúas como nunca lo harías en la vida real. Hasta escribes cosas que jamás dirías en persona. Tienes la impresión de que nunca te van a atrapar, porque estás escondida y los demás ignoran quién eres”.
Como cualquier otra forma de comunicación, las redes sociales pueden usarse con buenas o malas intenciones. Por eso, si usted tiene hijos, pregúntese: “¿Sé lo que están haciendo en Internet? ¿Me aseguro de que emplean bien el tiempo?”. No hay que olvidar que el mal uso de la Red expone al joven a graves peligros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario